La ceniza, la casera y cotidiana que se recoge
en el fogón, es por sus muchas virtudes y aplicaciones mágicas, una sustancia
precisa para el ngangulero y el alasé. El ngangulero se purifica antes de
manipular su nkisi, si ha tenido antes contacto sexual se purificará siempre
con ceniza que disuelva las peores máculas. Cuando en un juego de palo, una
mujer que está menstruando penetra temerariamente en el cuatro de la nganga, el
yimbi no tardará en entonar un mambo cuya que advierte al ngangulero la presencia
¡muy peligrosa de aquella mujer, que debe marcharse cuanto antes: El mfumbe se
apresura entonces a derramar cenizas para purificar el pambito y el suelo de su
templo profanado, exactamente hará el Oruro y el Babalosha. El menstruo es tabú
en todas las religiones y las mujeres, durante su período no pueden aproximarse
a nada sagrado, muchos menos penetrar en el igbodú o Nso Nganga.
Con ceniza (mpolo banso menfure) se traza el
signo de firmeza sobre el cual se afianza mágicamente el nkiso o la súgu, para
que no resbalen ninguna de las obras que acomete el brujo, y con cenizas se
deshacen las brujerías que otros, disimuladamente lanzan a su paso.
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